(13) LA VULNERABILIDAD DEL DESPLAZADO POR LA VIOLENCIA / Rodrigo Restrepo G

. 23 de febrero de 2007
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Es increíble que una persona llegue a pensar que vivir en condición de desplazamiento forzado por la violencia es ser afortunado… Increíble verdad? Obviamente que este pensamiento no ha surgido de nadie que esté viviendo esta situación. Ha sido la expresión que he escuchado a contadas personas de la gente común, quizá desinformadas. Pero lo más increíble es que este pensamiento surja de un funcionario público cuyas funciones estén relacionadas con la atención en salud a la población en situación de desplazamiento forzado por la violencia. También a muy pocos de ellos se los he escuchado decir, inspirados tal vez en su carga laboral y en el marco legal que existe en Colombia para la atención integral a esta población.

En diferentes documentos hemos leído la expresión relacionada con la vulnerabilidad de los desplazados. Y se ha dicho que son los más vulnerables entre aquellos que, siendo pobres “históricos” nunca han vivido el infortunio de tener que salir de su tierra o domicilio por causas de la violencia. ¿Dónde radica esa mayor vulnerabilidad?

Ya hay varias evidencias apreciables a simple vista, con sólo visitar el entorno en el que la mayoría viven. Pero si usted no ha estado cercano a los asentamientos humanos de población desplazada en las grandes y medianas ciudades de Colombia, le cuento apenas algunas cifras de estudios, realizados con el rigor científico, que demuestran diferencias estadísticamente significativas de la situación de la población desplazada en relación con la población pobre y vulnerable.

Si de generalidades se trata, cerca del 99% de la población desplazada se encuentra por debajo de la línea de pobreza; el 85,4% presenta necesidades básicas insatisfechas y el 80% se encuentra en situación de indigencia, según estudio realizado en 2003. Estas cifras son promedios, lo cual quiere decir que algunos están algo mejor, pero otros están peor.

La jefatura femenina de los hogares desplazados y el número de personas por hogar es mayor. El analfabetismo de este grupo poblacional triplica la cifra de la población nacional (26,5% Vs 7,15%) mientras que el analfabetismo de la población pobre receptora es más del doble de la cifra nacional (17,7%). El acceso a servicios básicos, por poner un ejemplo, al agua potable, es del 44% en población desplazada, mientras que en la población pobre receptora es del 64%. Las condiciones de sus viviendas son deplorables.

En materia de salud y nutrición, son mayores las barreras de acceso para la población desplazada que para la población pobre y vulnerable no desplazada. Las coberturas de vacunación, controles de crecimiento y desarrollo, controles prenatales, planificación familiar, acciones de promoción y prevención, entre otras variables, son mucho más bajas en la población desplazada en relación con la población receptora. Además, al menos según el estudio de OPS en 2003, las condiciones nutricionales de los menores de edad hijos de población desplazada mostraron mayor desnutrición crónica y global, frente a los infantes hijos de la población pobre y vulnerable no desplazada.

De todo lo anterior se puede concluir que, definitivamente, existe evidencia científica de la mayor vulnerabilidad de la población en situación de desplazamiento forzado por la violencia, frente a la población pobre y vulnerable. Si alguien ha llegado a expresar que el desplazado es afortunado porque hay que atenderles sus necesidades de salud, educación, alojamiento, ayuda humanitaria, entre otras, esto es apenas darle cumplimiento a las normas que le brindan protección y restitución.

La Ley nacional colombiana, considerando normas internacionales, establece derechos del Estado para con la población en situación de desplazamiento forzado por la violencia, y exige también deberes a esta población. De ahí que, implementar procesos para la atención de estas personas es apenas lo mínimamente justo dentro de lo que socialmente debe entenderse como restitución. Sin embargo, estos procesos no deben ser dirigidos única y específicamente para la población en situación de desplazamiento forzado por la violencia, pues estaríamos siendo generadores de inequidad.

Ya lo he expresado en escritos anteriores: las adversidades hay que verlas como oportunidades para el desarrollo. La población receptora podrá ver una oportunidad ante la llegada de población desplazada, cuando las autoridades tengan que responder con acciones de saneamiento básico, con acciones de promoción y prevención en salud, con mejoramiento del acceso al agua potable, mejoramiento de viviendas o de alojamientos temporales; incremento de oportunidades educativas y laborales, entre otros. Será oportunidad en la medida en que estas acciones no sean dirigidas únicamente a la población desplazada, sino que contemplen un proceso de inclusión, haciendo partícipes a la población receptora. Y viceversa.

Bibliografía:

1. Salud y Desplazamiento en Colombia: Comparación de la situación en salud, entre población en situación de desplazamiento y receptora en seis ciudades colombianas 2002-2003. Disponible en
http://www.disaster-info.net/desplazados/informes/ops/seriesaldes/index.html

2. Principios Rectores de los Desplazamientos Internos - Francis Deng, disponible en:
http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu2/7/b/principles_sp.htm

3. Ley 387 de 1987, disponible en:
http://www.disaster-info.net/desplazados/legislacion/Ley387de1997.pdf

4. Sentencia T-025 de 2004, disponible en:
http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/2501.pdf