(82) ESTIMACIÓN DEL RIESGO DE MOVIMIENTOS EN MASA EN LADERAS / Rodrigo Restrepo G

. 24 de noviembre de 2011
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Comparto con ustedes, amigos lectores, una publicación reciente (2011, ISBN 978-612-4100-01-7), del Instituto Nacional de Defensa Civil de Perú:


Título: “Manual de estimación del riesgo ante movimientos en masa en laderas”

El documento desarrolla los procedimientos técnicos para la identificación y caracterización del riesgo ante movimientos en masa en laderas. Muestra la metodología y procedimiento para el análisis de la susceptibilidad y vulnerabilidad y presenta también la propuesta de estructura para la elaboración del informe correspondiente.



En relación con este tema, en la sede de Medellín de la Universidad Nacional de Colombia, un grupo de estudiantes de Ingeniería Civil, de la facultad de Minas, expusieron su proyecto de investigación titulado “Monitoreo de taludes en tiempo real con un sistema de fibra óptica basado en redes de Bragg”, mediante el cual se podrán estudiar y medir los movimientos de los taludes en laderas identificadas como de alto riesgo, pudiendo además, a bajo costo, reducir la vulnerabilidad de las comunidades, en la medida en que se podrán lanzar alertas tempranas que habrán de evitar pérdidas de vidas humanas por estos tipos de eventos adversos.

Esperemos que, una vez superada la fase experimental, podamos contar con esta novedosa tecnología, para el beneficio de aquellas comunidades que conviven con el riesgo.

Fuente:

Instituto Nacional de Defensa Civil – INDECI: “Manual de estimación del riesgo ante movimientos en masa en laderas”, Lima; INDECI. Dirección Nacional de Prevención; 2011. 93 páginas, disponible en http://www.crid.or.cr/digitalizacion/pdf/spa/doc18773/doc18773-contenido.pdf, consultado el 24/11/2011.

Universidad Nacional de Colombia sede Medellín: “Fibra óptica para salvar vidas”, 2011, disponible en http://www.minas.medellin.unal.edu.co/index.php?option=com_content&view=article&id=179, consultado el 24/11/2011
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(81) IMPACTO DE LOS PREPARATIVOS ANTE UNA AMENAZA DE EPIDEMIA / Rodrigo Restrepo G

. 22 de octubre de 2011
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Mucho hemos insistido en los beneficios de invertir el paradigma de la asignación y utilización de los recursos en emergencias y desastres, dando la mayor proporción a las acciones en los preparativos, lo cual repercute en una menor necesidad de ejecución en respuesta y mucho menos en recuperación[1]. Este es un aforismo del cual tenemos plena conciencia y evidencia los técnicos dedicados a la salud pública, pero no hemos sabido “venderlo” a los tomadores de decisiones, mucho más dedicados mostrar su gestión en término de recursos invertidos en la atención de la crisis, siendo que podemos diseñar indicadores tales como “los techos que no se destruyeron” “las muertes evitadas” “la disminución de las inundaciones” “la reducción de los deslizamientos”, entre otros, que también pueden ser mostrados como parte de la gestión positiva.

Los brotes y las epidemias también hacen parte del concepto de crisis en salud pública, en el cual se incluyen las emergencias y los desastres, por lo que en su abordaje también se tienen las fases de preparativos, mitigación, respuesta, rehabilitación y reconstrucción, en sus respectivas dimensiones. Es aquí donde tiene su mayor expresión el ejercicio de la epidemiología, como especialidad de la salud pública encargada del estudio del comportamiento natural de las enfermedades con mayor impacto sobre las comunidades y las acciones de prevención, vigilancia y control para evitar o mitigar su impacto.

Así como en desastres se presentan las alertas frente a los eventos de potencial daño sobre las poblaciones (ejemplos: alerta por temporada invernal, alerta de erupción volcánica, alerta de tsunami), en epidemiología también se lanzan alertas frente a situaciones de brotes por enfermedades de interés en salud pública. Las enfermedades priorizadas son monitoreados por el componente de Vigilancia en Salud Pública de los Ministerios de Salud de cada país, quienes realizan monitoreo y análisis de la situación y toman acciones pertinentes para el control de estas enfermedades. A su vez, a través de los Centros Nacionales de Enlace, la información es centralizada por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud donde realizan el análisis correspondiente del comportamiento epidemiológico global de estas enfermedades priorizadas y se lanzan las alertas pertinentes para que las autoridades sanitarias realicen las acciones pertinentes, en el marco de las Funciones Esenciales de la Salud Pública.

Una buena experiencia en Colombia fue la realización del Mundial de Fútbol Sub-20, el cual se desarrolló entre el 29 de julio y el 20 de agosto de este año. A finales del 2010, cuando el Comité Intersectorial iniciaba sus preparativos frente al evento, la Representación de la OPS en Colombia promovió la inclusión del sector de la salud en dicho comité, el cual no había sido incluido desde el marco normativo[2], teniendo como sustento la alerta de introducción del sarampión al país y de expansión en la región de las Américas, toda vez que, con ocasión del Mundial de Fútbol de África en 2010, hubo introducción del sarampión en Argentina, Brasil y Guyana por parte de aficionados susceptibles que habían acudido al encuentro mundial en Sudáfrica.

Todas las acciones de preparativos del sector de la salud en Colombia en las ciudades sedes del Mundial permitieron que el caso índice de sarampión que ingresó por Barranquilla, que paradójicamente no fue por causa de ninguna delegación participante o aficionado turista, fue abordado de manera oportuna y apropiada, hasta el punto que el brote fue controlado en corto tiempo y el impacto sobre la salud de población colombiana frente a esta enfermedad inmunoprevenible ha sido altamente positivo: sólo 7 casos confirmados por laboratorio, todos circunscritos al Distrito de Barranquilla, entre el 5 de agosto y el 11 de septiembre, lo cual es un indicador del impacto de las acciones en salud pública desarrolladas, tanto en prevención, durante los preparativos del Mundial de Fútbol Sub-20, como en el control del brote.


En la medida en que se hace lo que hay que hacer y se hace bien desde el principio, los resultados van a ser acordes con lo que se planifica. Esto es fundamental cuando de seguridad sanitaria se trata, en especial con el fortalecimiento de los equipos humanos de los Mecanismos de Detección, Alerta y Respuesta del componente de Vigilancia y Control de la Salud Pública.

Lecturas recomendadas:

1. Restrepo R.: “De los preparativos para desastres”, Blog GiraMundo, enero, 2011, disponible en: http://giramvndo.blogspot.com/2011/01/de-los-preparativos-para-desastres.html, consultado en agosto de 2011.

2. Presidencia de la República: “Decreto 4664 de diciembre de 2010”, Por el cual se crea la Comisión Intersectorial de Seguimiento a la Organización de la Copa Mundial Sub 20 de la FIFA Colombia 2011”, disponible en http://bit.ly/D4664-10, consultado en agosto de 2011.

3. Presidencia de la República, Ministerio del Interior y de Justicia: "Decreto 3888 de octubre 10 de 2007", Por el cual se adopta el Plan Nacional de Emergencia y Contingencia para Eventos de Afluencia Masiva de Público, y se conforma la Comisión Nacional Asesora de Programas Masivos, disponible en:  http://servoaspr.imprenta.gov.co/diariop/diario2.pdf?p_tipo=02&p_numero=3888&p_fecha=10/10/2007&p_consec=1262249. Al respecto, sugiero no omitir ver el Comentario No.1 de este post, en: http://giramvndo.blogspot.com/2011/10/81-impacto-de-los-preparativos-ante-una.html#comments

4. Francesco Checchi, Michelle Gayer, Rebecca Freeman Grais and Edward J. Mills: “Public health in crisis affected populations. A practical guide for decision-makers”, Overseas Development Institute, Network Paper 061, London, 2007, 59 páginas, disponible en http://www.odihpn.org/documents/networkpaper061.pdf (original en Inglés), y en http://www.odihpn.org/documents/networkpaper061_spanish.pdf (original en Español), consultado en agosto de 2011.

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(80) DE LOS COMPROMISOS A LAS ACCIONES EN EL LOGRO DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO / Rodrigo Restrepo G

. 20 de septiembre de 2011
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Ya ha transcurrido poco más de una década desde que los gobiernos se comprometieron con reducir de manera drástica el hambre, la pobreza extrema, el analfabetismo y un grupo de enfermedades con un alto impacto en las comunidades, entre otros compromisos. Para tal fin, concertaron ocho grandes objetivos, cada cual con sus respectivas metas y cada meta con sus indicadores de medición, y se fijaron una fecha límite, que en su mayoría quedó para el 2015, con algunas excepciones en algunos de los indicadores, cuyas fechas quedaron para antes o para después.
Esta iniciativa, que viene siendo apoyada por las diferentes agencias del Sistema de Naciones Unidas y otras instituciones, cuyo mandato está relacionado con el Desarrollo, viene siendo monitoreada a fin de conocer el curso de las acciones y proponer y aplicar nuevos procesos en procura de alcanzar los objetivos trazados. En este trasegar, en el informe más reciente, publicado en junio de 2011, se evidencia que se va por buen camino y se han alcanzado varios logros, a pesar de la crisis económica global de 2008-2009 y de otros procesos críticos tales como el de los alimentos (2008 y 2011), el de la energía (2008-2010) y los cada vez más agudos desastres secundarios a los fenómenos hidrometeorológicos y geológicos en la era del cambio climático.

Cabe mencionar, por una parte, que si se mantiene el ritmo actual de los avances, no se lograrían la totalidad de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y por otra parte, algunos de estos logros se desdibujan cuando en el otro extremo, representado por comunidades con problemas desatendidos, se generan inequidades y no se acompañan de políticas reales y efectivas de protección. Sería como ahorrar en un bolsillo roto. Mientras se miden los depósitos, no nos percatamos de los egresos y, al final, la alegría de lo que creíamos alcanzado se convierte en desilusión al descubrir la realidad del “desfalco”.


El sector de la salud ha tenido un rol importante en los logros obtenidos, toda vez que tres de los ocho ODM están directamente relacionados con la salud, y otros tres tienen metas e indicadores donde interviene el sector de la salud. En este contexto, el sector de la salud ha contribuido grandemente con sus esfuerzos y políticas para el logro de los ODM. Pero se hace necesario, a tres años de iniciar la medición final, intensificar las acciones y metodologías y acompañarlas de estrategias e indicadores de protección de logros.


Es hora de planificar los próximos objetivos para una nueva alianza global en busca del desarrollo, la equidad, el bienestar y la abundancia, en el marco de un nuevo paradigma de conciencia colectiva de la humanidad. Para que realmente merezcamos llamarnos Seres Humanos


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(79) SIMULACIONES Y SIMULACROS PARA REDUCIR LA VULNERABILIDAD INDIVIDUAL / Rodrigo Restrepo G

. 28 de agosto de 2011
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Así como el riesgo tiene sus factores, representados por la amenaza (factor externo del riesgo) y la vulnerabilidad (factor interno del riesgo), esta última también tiene sus tres componentes, explicados ya en un post anterior, pero que fundamentalmente son: el conocimiento, la acción y la emoción. Una de las mejores estrategias para conectar el conocimiento con la acción consiste en la participación en ejercicios de simulación y de simulacros, que son totalmente diferentes.

Los ejercicios de simulación son actividades que se realizan “a puerta cerrada”; es decir, alrededor de un escritorio o de una mesa, o en un salón amplio en donde se puedan dividir ambientes hipotéticos. Este ejercicio gira fundamentalmente en torno al manejo de información para la toma de decisiones, el adiestramiento y la evaluación que se realizan mediante una situación hipotética. Aquí intervienen los actores reales cotidianos de la institucionalidad, aunque con relativa frecuencia, dichos actores asumen roles diferentes a sus competencias. El objetivo final del ejercicio de simulación determinará si los roles de los actores deberán ser los propios de sus funciones o si asumen roles diferentes.

Los ejercicios de simulacro corresponden a la ejecución de las actividades de acuerdo con lo dispuesto en los Planes de Respuesta frente a situaciones de emergencias o desastres. Se realizan en los escenarios reales específicos y con las afectaciones basadas en las condiciones reales de amenaza, vulnerabilidad y riesgo de un área específica. Implican la movilización física de recursos tecnológicos, humanos y materiales, con personajes y tiempos reales, orientados por un guión previamente diseñado. Permiten evaluar aspectos, administrativos, operacionales, logísticos y funcionales del sistema a prueba y de los participantes en el ejercicio.

Los resultados de cualquiera de los dos ejercicios deben recopilarse en un informe final y, necesariamente y sin excepción, deben conducir a una evaluación y a la actualización de los planes, protocolos y procedimientos.

Frente a la opción de elegir el tipo de ejercicio, se prefiere iniciar por la simulación, pues su costo es menor y, en el marco de un proceso de fortalecimiento del componente de respuesta frente a emergencias y desastres, es preferible iniciar por lo práctico: manejo de información, toma de decisiones y juego de roles. Cuando el proceso de fortalecimiento presente mayor madurez, se podrá pasar a los simulacros, iniciando por procesos sencillos (de evacuación, por ejemplo) y progresivamente se incrementan nuevas metas y retos.

Los simulacros inicialmente deben ser informados, pues la idea no es desestimular el proceso de fortalecimiento sino, por el contrario, estimular al logro de mayores objetivos. Cuando la madurez del componente de respuesta ante situaciones de crisis por emergencias o desastres es mayor, se podrá proceder a la programación y ejecución de simulacros sin aviso previo.

En todo caso, estos ejercicios no pueden estar orientados por la improvisación. En cualquiera de ellos, así se trate del más simple, debe ser precedido de un proceso de formación, de revisión de protocolos y de procedimientos y de la planificación adecuada de los objetivos y de los resultados esperados, a fin de que se logre el objetivo de aconductuar el conocimiento, se mejoren las habilidades y los tiempos y, finalmente, se tomen estos procesos con la seriedad y la responsabilidad apropiados para, realmente, conducir a la reducción de la vulnerabilidad individual. Para ello debemos apoyarnos en quienes tienen la capacidad técnica, pedagógica y comunicacional que son prenda de garantía de éxito.

En los próximos días se llevará a cabo el tercer simulacro distrital de evacuación de Bogotá y el primer simulacro de evacuación nacional. El 5 de octubre, a las 11 de la mañana en Colombia, participaremos en esta iniciativa de la Dirección de Gestión del Riesgo. Es la oportunidad para que en nuestros lugares de trabajo se vincule al Comité de Emergencias en la organización del respectivo Plan de Evacuación, con todas las variables pertinentes para su inmediata evaluación y la formulación de los ajustes necesarios para que en una próxima situación similar, sea hipotética o real, los tiempos, procedimientos de evacuación y retorno a la normalidad muestren una mejora sustancial.

La modificación de las amenazas, como factor externo del riesgo, tiene su grado de dificultad; pero la reducción de la vulnerabilidad es mucho más fácil en la medida en sabemos lo que hay que hacer y realmente hacemos lo que sabemos que hay que hacer. Prepararnos es nuestra responsabilidad.


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(78) EQUIPOS DE RESPUESTA INMEDIATA ANTE EMERGENCIAS DE SALUD PÚBLICA Y DESASTRES / Rodrigo Restrepo G

. 31 de julio de 2011
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Los primeros documentos conocidos que esbozan un proceso de respuesta o apoyo a la respuesta del sector de la salud frente a una situación de emergencia datan del año 1755, cuando el Rey Jorge II de Inglaterra solicitó al Parlamento la conformación y envío de un equipo humano especializado para responder ante un terremoto sucedido en Lisboa. No obstante, la imagen más clara que tenemos de equipos de respuesta inmediata las vemos en los organismos de socorro, quienes, ante una situación adversa, acuden en virtud de sus mandatos, vale decir, el movimiento internacional de la Cruz Roja, los Cuerpos de Bomberos, las Organizaciones de Defensa Civil o Protección Civil, entre otros.

Hay otras clases de equipos de apoyo a la respuesta, de tipo operativos, como lo son las Unidades de Intervención de Urgencia (ERU, por sus siglas en inglés) de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, cuyo mandato está más relacionado con la intervención operativa cuando los servicios locales son incapaces de hacer frente a la situación de emergencia y cuando la delegación de la Federación o la Sociedad de la Cruz Roja o la Media Luna Roja del país afectado no pueden responder por sí mismas.

Como vemos, existen diversos tipos de Equipos de Respuesta Inmediata, según los sectores, que van a reforzar el accionar operativo o administrativo o de coordinación o mixto frente a una emergencia o desastre. Es así como tenemos Equipos de Respuesta Inmediata del subsector eléctrico, del subsector de viviendas, de subsector de servicios públicos, entre otros, quienes apoyan las acciones de respuesta frente a emergencias o desastres, según sus mandatos.

En el sector de la salud hay un par de situaciones que tienen un impacto directo sobre la salud de las comunidades: las emergencias epidemiológicas, responsables de brotes y epidemias, y los desastres, responsables del aumento inusitado de muertes y lesiones personales, pero según el tipo de evento y las condiciones sanitarias preexistentes a dicho evento, repercuten también sobre el comportamiento de ciertas enfermedades, tanto las infecciosas, las no infecciosas, como las de tipo social.

Para ambos tipos de situaciones siempre es pertinente que las autoridades sanitarias del nivel territorial intermedio y del nivel nacional se encuentren preparadas y organizadas para brindar el apoyo al nivel territorial local más próximo al lugar del evento adverso, el cual podrá requerirlo, según el tipo y la magnitud del evento adverso.

Este apoyo será orientado según la situación: Si se trata de una emergencia en salud pública, el Equipo de Respuesta Inmediata tendrá la función de apoyar la respuesta local, desde la investigación de campo, pasando por los apoyos relacionados con medios de cultivo, recolección de muestras, materiales, métodos, análisis de la situación (unidad de análisis), y todo lo relacionado con la vigilancia y el control epidemiológico.

Para el caso de un desastre, el Equipo de Respuesta Inmediata del nivel intermedio o nacional tendrá la función primordial de realizar una Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades para el sector de la salud, en especial en lo relacionado con la capacidad de respuesta para la atención hospitalaria y prehospitalaria de víctimas y afectados; lo relacionado con el saneamiento básico y la garantía de la potabilidad del agua de consumo y de la inocuidad de los alimentos; así como de la vigilancia epidemiológica frente a los riesgos potenciados por los cambios que la emergencia o el desastre haya dejado en la habitabilidad o el medio ambiente. Adicionalmente, el Equipo de Respuesta Inmediata podrá brindar la asistencia técnica para la puesta en marcha de las diferentes estrategias de promoción de la salud y de prevención de las enfermedades, necesarias para apoyar el control epidemiológico en la zona afectada.

Para cualquiera de las dos situaciones, el Equipo de Respuesta Inmediata del nivel intermedio o del nacional no sólo interviene para concurrir con asistencia técnica para el mejoramiento de las capacidades locales, sino que, eventualmente, incluirá acciones operativas si la capacidad de respuesta del nivel local más cercano al sitio del evento es insuficiente. No obstante lo anterior, deberá primar la responsabilidad local y el fortalecimiento de sus capacidades para responder a la situación crítica, por lo cual la autoridad sanitaria del nivel intermedio o el nacional evitarán asumir acciones que son competencia de los niveles locales.

El éxito de las acciones que desarrolle el Equipo de Respuesta Inmediata ante situaciones de brotes, epidemias o desastres va a depender de la organización anticipada, con protocolos previamente concertados y validados, con instrumentos útiles para la recolección de información y con los medios e instrumentos logísticos necesarios y pertinentes para el desarrollo de sus labores. La clave está en los preparativos y la voluntad política para la adopción y adaptación de esta estrategia útil y eficaz para el fortalecimiento de la respuesta local frente a eventos adversos para la salud de las comunidades.

Y finalizado el acmé de la respuesta, no se debe omitir la evaluación de las acciones realizadas, no sólo para identificar las lecciones aprendidas y los aspectos por mejorar, sino para transferir esos aprendizajes a los niveles subnacionales o subterritoriales, en procura de su fortalecimiento.

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Equipos de Respuesta Inmediata en Salud ante Desastres
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(77) EVALUACION Y PREPARATIVOS EN EL POS-DESASTRE / Rodrigo Restrepo G

. 30 de junio de 2011
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Funcionarios del Instituto Departamental de Salud de Nariño (Pasto - Colombia) en proceso de Evaluación del Desempeño de las Funciones Esenciales de la Salud Pública 1, 2 y 11 (Foto: Rodrigo Restrepo G. - 2011)

La experiencia obtenida en el conocimiento en terreno de la Gestión de Riesgos frente a desastres me ha permitido colegir que las acciones a desarrollar con posterioridad a los desastres o a las emergencias epidemiológicas se orientan en dos sentidos: el primero de ellos corresponde a las acciones dirigidas a la atención inmediata de los efectos del evento adverso. El otro sentido de las acciones corresponde a aquellas relacionadas con la evaluación integral del manejo dado al pos-desastre, a la pertinencia y efectividad de las medidas de mitigación y preparativos implementados antes del desastre, y a los correctivos y nuevos procesos de preparativos y mitigación a implementar, de acuerdo con los resultados de dicha evaluación.

Esto está claramente definido en el sector de la salud. Las acciones inmediatas corresponden a la atención integral de enfermos, víctimas, heridos y damnificados, no sólo en sus consecuencias físicas sino en sus efectos sobre la salud mental y psicosocial. Para brindar esta atención inicial en el pos-impacto inmediato se requiere que las instituciones prestadoras de los servicios de salud no sólo hayan resistido la magnitud del evento adverso sino que, una vez superado el impacto inicial, estén en capacidad de trabajar a su máxima capacidad, de manera organizada para la atención masiva de afectados, y con la autonomía suficiente para continuar con este ritmo, aunque alrededor tengan carencias en líneas vitales.

Otra de las acciones a implementar por el sector de la salud corresponde a la vigilancia del comportamiento de las enfermedades, toda vez que los efectos del desastre pueden haber afectado el entorno ambiental o el comportamiento de los afectados por los cambios en su habitabilidad y la necesidad de ubicarse en alojamientos temporales o en otros ambientes diferentes a su hogar, lo cual implica una especial vigilancia de la salud pública y el reforzamiento de las medidas de promoción de la salud y de prevención de la enfermedad. En este cometido se deberá evaluar la pertinencia de la intensificación de programas especiales, tales como los de control de enfermedades crónicas o no infecciosas, el programa de inmunizaciones, entre otros.

La tercera categoría de acciones inmediatas del sector de la salud se dirigen al saneamiento ambiental básico, en especial en lo relacionado con la garantía de la calidad del agua y de los alimentos de consumo, la adecuada disposición de los desechos sólidos, de las aguas grises y de las excretas; el control de vectores y otros tipos de medidas encaminadas a evitar los diferentes tipos de enfermedades zoonóticas (transmitidas de los animales al ser humano).
Superada la contingencia y la temporalidad producida por el desastre, le corresponde al sector de la salud realizar la evaluación de todas las acciones desarrolladas, incluso de aquellas que se pudieron haber implementado antes del desastre, e identificar las acciones por mejorar y las estrategias a emplear, dando así el cierre del ciclo de los desastres, reiniciando el período del pre-desastre (próximo), con los preparativos pertinentes, debidamente ajustados con base en la experiencia sufrida.

Se deberá evaluar todo lo relacionado con la recolección de información, lo cual es vital para la toma de decisiones. Evaluar también los procesos de coordinación a la luz de los planes de contingencia; la respuesta institucional en los  prestadores de servicios de salud, la forma como respondieron desde lo estructural, lo no estructural y lo funcional, y la eficacia de sus planes hospitalarios para emergencias y el respectivo plan de contingencia. Evaluar las acciones encaminadas al fortalecimiento de la vigilancia en salud pública y su impacto sobre la morbilidad y la mortalidad. Y finalmente, evaluar el desempeño de los aspectos relacionados con los programas especiales dirigidos a las poblaciones más vulnerables, que generalmente son objeto de protección especial por parte de los Estados, tales como los menores de edad, los discapacitados, los adultos mayores, entre otros, en quienes siempre debe tenerse el enfoque diferencial pertinente para hacer efectiva dicha protección.

La integralidad de la Gestión del Riesgo frente a Desastres es así de simple. Omitir la realización de estos procesos de evaluación trae como consecuencia la "rehabilitación" y "reconstrucción" de vulnerabilidades, cuyo impacto final será el caos en el siguiente desastre.

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(76) EL PAPEL DE LA EPIDEMIOLOGÍA EN EL EMPRENDIMIENTO EMPRESARIAL / Alejandro Vargas Gutiérrez

. 3 de mayo de 2011
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Feria de Proyecto Productivo en área rural de Leticia, Colombia, 2010.
Foto: Escandón S. © 
Recuerdo muy bien la tarde en que un grupo de expertos de la OPS en Colombia, debatía un tema relacionado con las enfermedades prevalentes en la infancia, a la que asistí en calidad de invitado, pues venía de coordinar un proyecto para la atención de niñas y niños en situación de desplazamiento en el Urabá Antioqueño y se esperaba que con mis ideas aportara alguna claridad sobre la cruda realidad del desplazamiento y su negativo impacto en la salud infantil.  Durante el extenso debate, pediatras, salubristas y epidemiólogos presentaron sus puntos de vista sobre los temas más complejos y prioritarios en salud infantil del país. Sin duda, la mayor claridad la documentó el Dr. Roberto Capote, un cubano de pura cepa que con su claridad y solidez argumentativa, basados en años de experiencia y estudio, convencieron a los demás asistentes de los puntos que debían quedar priorizados para el Ministerio de Salud desde la óptica de la OPS en aquel entonces.

Pocos años después, en la ciudad de Montevideo (Uruguay), asistí nuevamente a un debate similar, pero esta vez relacionado con las prioridades que el Centro Latinoamericano de Perinatología (CLAP/OPS-OMS) debía definir sobre sus recursos en materia de investigación. El tema global era la salud materno perinatal de Las Américas y fue en esta ocasión que el Brasilero Fernando Barros, Pediatra y Epidemiólogo con nivel doctoral, ocupó las veces del Dr. Capote. Con seguridad, tacto y excelentes argumentos científicos, esgrimió el norte que se le debían adjudicar a los recursos de investigación para este importante centro.

Ambos, Capote y Barros, conocían muy bien el secreto de una buena planificación en salud: las prioridades epidemiológicas. Cuando me entrevistaba con ellos y con otros expertos de Cuba, Brasil, Uruguay y Argentina, siempre se me explicaba la complejidad de los problemas de salud en todo el mundo, la limitación de los recursos por parte de los gobiernos y las entidades privadas, así como la necesidad de priorizar los asuntos más graves, pues de lo contrario, el impacto de las intervenciones sería mínimo. Por cierto, como denominador común aparecían en estas agradables discusiones los criterios de Hannon de la OPS (frecuencia, gravedad y vulnerabilidad del fenómeno).

Años después, durante mi carrera de epidemiólogo he utilizado ejemplos de rutina para explicarle a un Alcalde, a un Secretario de Salud, a Gerentes hospitalarios  y hasta un Gobernador en Colombia, que sólo priorizando los temas de salud pública se alcanzará un buen impacto epidemiológico y que sus ideas para invertir recursos económicos y humanos en la prevención de malformaciones congénitas o en campañas para reducir el suicidio en adultos, o en conferencias sobre el embarazo en adolescentes es menos costo-efectivo que invertir en la prevención de accidentes de tránsito, el infarto agudo al miocardio, el cáncer de cuello uterino o la desnutrición infantil, eventos que son a todas luces más frecuentes, más graves y más intervenibles desde una Secretaría de Salud o desde un Hospital local.

En todos los municipios se conoce el papel que tiene la epidemiología en la salud pública, es una herramienta fundamental para seleccionar los problemas y las zonas de alto riesgo a intervenir en un periodo de tiempo. Sabemos que un buen sistema de vigilancia epidemiológica debe ser oportuno, fiel a la verdad y preferiblemente georreferenciado. Sin embargo, en nuestros municipios Latinoamericanos apenas hace algunos años estamos procesando la información epidemiológica con calidad, oportunidad y mapas que permitan evaluar las intervenciones. Poco a poco, los municipios ya reconocen sus perfiles de morbilidad y mortalidad, comparan sus tasas de prevalencia con municipios similares e incluyen mapas en tiempo real que alertan sobre brotes y epidemias a manera de sala situacional. Como ejemplo de estos avances se puede poner el municipio de Envigado en Colombia, que lleva más de cinco años con un sólido registro epidemiológico, mapas de riesgo actualizados y una focalización de sus recursos humanos y económicos en temas de alta prevalencia y gravedad.

Sin embargo, en mis años de trabajo con las comunidades campesinas, he confirmado lo que autores de muchas disciplinas nos han explicado años atrás: casi siempre la pobreza, los bajos niveles educativos y la falta de oportunidades laborales están relacionados directamente con la alta tasa de morbilidad y mortalidad. Por ello, en mis prácticas actuales como epidemiólogo, estoy involucrando variables relacionadas con la pobreza y el desarrollo social al modelo de vigilancia epidemiológica. Es decir, utilizo la epidemiología como una herramienta social para ubicar las zonas que más necesitan de programas educativos, de planes de convivencia, de emprendimiento empresarial y de protección al medio ambiente. No basta con identificar por ejemplo, las zonas de mayor prevalencia de cáncer de cuello uterino y llevar una campaña de toma de citología cervico-uterina con entrega oportuna del resultado y conexión de las pacientes a una colposcopia-biopsia. Es necesario que después de identificar estas zonas de alta prevalencia de cáncer en la mujer, un equipo de La Alcaldía y la empresa privada se desplace a la zona y adelante con esas mujeres (positivas o no para la citología), una capacitación masiva en liderazgo, en cooperativismo, en emprendimiento empresarial y en elaboración de proyectos productivos. Con seguridad en esta misma zona, se hace necesario incrementar el nivel educativo de las niñas y la reducción del porcentaje de repitencia escolar.

En el municipio de Girardota, en Colombia, ya sabemos muy bien donde se presentan más casos de mortalidad perinatal e infantil y conocemos las veredas con más casos de morbilidad obstétrica severa. Son también (no es mera casualidad), las zonas de mayor prevalencia de embarazo en adolescentes, mayores niveles de pobreza, más distancia geográfica a la zona urbana y las regiones del municipio con más deuda social acumulada. Por ello, el proyecto de maternidad saludable que adelantamos con La Alcaldía y el Hospital Local (La ESE Hospital San Rafael), incluye un ciclo de conferencias a las gestantes para mejorar su autoestima, su empoderamiento comunitario, su liderazgo, su nivel educativo y sus conocimientos en emprendimiento empresarial. Sólo así, el círculo eterno de pobreza, enfermedad y muerte será cerrado y la epidemiología avanzará a una nueva etapa: la etapa de la focalización de zonas de riesgo con intervenciones multidisciplinarias desde el sector público y privado que garantice un verdadero impacto epidemiológico.

Añadir variables a un sistema de vigilancia epidemiológico municipal que contenga ítems relacionados con la cobertura y el nivel educativo, la calidad de las viviendas, del agua, del aire, de los servicios públicos, de las vías de acceso a centros de salud y otras relacionadas con ofertas de empleo y emprendimiento, puede generar dudas y dificultades técnicas en un principio. Sin embargo, un buen epidemiólogo, es decir, el epidemiólogo y el salubrista que esperan las gentes del Siglo XXI, debe estar en capacidad de integrar información compleja proveniente del sistema de salud y de los otros sistemas externos (educación, ambiente, vías, emprendimiento, etc), con el fin de orientar las intervenciones comunitarias que sean más integrales y costo-efectivas. De lo contrario, nos limitaremos a resolver temas de morbilidad y mortalidad con profesionales del sector salud que solos no garantizarán bienestar ni calidad de vida y sólo servirán de “analgésico” de transitorio a los problemas estructurales que afectan el proceso salud-enfermedad.

Hagamos el intento, empecemos a recopilar mayor información, analicemos las mejores intervenciones y desarrollemos el emprendimiento empresarial de nuestros municipios en aquellas zonas donde la enfermedad es más grave y frecuente. Con seguridad, los resultados serán más impactantes en desarrollo social sostenible, en calidad de vida y claro está, en la salud colectiva.

Lecturas recomendadas:
  • Bergonzoli, G: "La epidemiología y la planificación local: medidas para la evaluación del impacto potencial, OPS/OMS, 2005, disponible en: http://bit.ly/epiplan - consultado el 03/05/2011
  • González-P, E. et. al.: "Definición de prioridades para las intervenciones de salud en el Sistema de Protección Social de Salud en México", Revista Salud Pública de México, ISSN 0036-3634, Vol. 49, Nº. Extra 1, 2007 , págs. 37-52, disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2264886 - consultado el 03/05/2011

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