(79) SIMULACIONES Y SIMULACROS PARA REDUCIR LA VULNERABILIDAD INDIVIDUAL / Rodrigo Restrepo G

. 28 de agosto de 2011
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Así como el riesgo tiene sus factores, representados por la amenaza (factor externo del riesgo) y la vulnerabilidad (factor interno del riesgo), esta última también tiene sus tres componentes, explicados ya en un post anterior, pero que fundamentalmente son: el conocimiento, la acción y la emoción. Una de las mejores estrategias para conectar el conocimiento con la acción consiste en la participación en ejercicios de simulación y de simulacros, que son totalmente diferentes.

Los ejercicios de simulación son actividades que se realizan “a puerta cerrada”; es decir, alrededor de un escritorio o de una mesa, o en un salón amplio en donde se puedan dividir ambientes hipotéticos. Este ejercicio gira fundamentalmente en torno al manejo de información para la toma de decisiones, el adiestramiento y la evaluación que se realizan mediante una situación hipotética. Aquí intervienen los actores reales cotidianos de la institucionalidad, aunque con relativa frecuencia, dichos actores asumen roles diferentes a sus competencias. El objetivo final del ejercicio de simulación determinará si los roles de los actores deberán ser los propios de sus funciones o si asumen roles diferentes.

Los ejercicios de simulacro corresponden a la ejecución de las actividades de acuerdo con lo dispuesto en los Planes de Respuesta frente a situaciones de emergencias o desastres. Se realizan en los escenarios reales específicos y con las afectaciones basadas en las condiciones reales de amenaza, vulnerabilidad y riesgo de un área específica. Implican la movilización física de recursos tecnológicos, humanos y materiales, con personajes y tiempos reales, orientados por un guión previamente diseñado. Permiten evaluar aspectos, administrativos, operacionales, logísticos y funcionales del sistema a prueba y de los participantes en el ejercicio.

Los resultados de cualquiera de los dos ejercicios deben recopilarse en un informe final y, necesariamente y sin excepción, deben conducir a una evaluación y a la actualización de los planes, protocolos y procedimientos.

Frente a la opción de elegir el tipo de ejercicio, se prefiere iniciar por la simulación, pues su costo es menor y, en el marco de un proceso de fortalecimiento del componente de respuesta frente a emergencias y desastres, es preferible iniciar por lo práctico: manejo de información, toma de decisiones y juego de roles. Cuando el proceso de fortalecimiento presente mayor madurez, se podrá pasar a los simulacros, iniciando por procesos sencillos (de evacuación, por ejemplo) y progresivamente se incrementan nuevas metas y retos.

Los simulacros inicialmente deben ser informados, pues la idea no es desestimular el proceso de fortalecimiento sino, por el contrario, estimular al logro de mayores objetivos. Cuando la madurez del componente de respuesta ante situaciones de crisis por emergencias o desastres es mayor, se podrá proceder a la programación y ejecución de simulacros sin aviso previo.

En todo caso, estos ejercicios no pueden estar orientados por la improvisación. En cualquiera de ellos, así se trate del más simple, debe ser precedido de un proceso de formación, de revisión de protocolos y de procedimientos y de la planificación adecuada de los objetivos y de los resultados esperados, a fin de que se logre el objetivo de aconductuar el conocimiento, se mejoren las habilidades y los tiempos y, finalmente, se tomen estos procesos con la seriedad y la responsabilidad apropiados para, realmente, conducir a la reducción de la vulnerabilidad individual. Para ello debemos apoyarnos en quienes tienen la capacidad técnica, pedagógica y comunicacional que son prenda de garantía de éxito.

En los próximos días se llevará a cabo el tercer simulacro distrital de evacuación de Bogotá y el primer simulacro de evacuación nacional. El 5 de octubre, a las 11 de la mañana en Colombia, participaremos en esta iniciativa de la Dirección de Gestión del Riesgo. Es la oportunidad para que en nuestros lugares de trabajo se vincule al Comité de Emergencias en la organización del respectivo Plan de Evacuación, con todas las variables pertinentes para su inmediata evaluación y la formulación de los ajustes necesarios para que en una próxima situación similar, sea hipotética o real, los tiempos, procedimientos de evacuación y retorno a la normalidad muestren una mejora sustancial.

La modificación de las amenazas, como factor externo del riesgo, tiene su grado de dificultad; pero la reducción de la vulnerabilidad es mucho más fácil en la medida en sabemos lo que hay que hacer y realmente hacemos lo que sabemos que hay que hacer. Prepararnos es nuestra responsabilidad.


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