(46) EN LA REDUCCION DE LA VULNERABILIDAD, NO OLVIDAR EL AFECTO / Rodrigo Restrepo G

. 15 de marzo de 2009






Fotos de algunos de los Alojamientos Temporales preparados para los habitantes a riesgo alrededor del Volcán Galeras en Nariño, Colombia (tomadas de ingeominas.gov.co - 2006)

De nuevo, en menos de 30 días, el Volcán Galeras ha tenido una erupción explosiva, afortunadamente sin mayores consecuencias para la vida y la economía de las poblaciones a su alrededor.

Y una vez más, de acuerdo con los procesos y procedimientos establecidos, se dio la respectiva alarma por parte de las autoridades competentes, con el apoyo de los recursos técnicos y tecnológicos disponibles.

Y la respuesta de la comunidad a riesgo, estimada en alrededor de 8.000 habitantes, como ha sido “tradicional”, ha sido la de quedarse en sus casas, en sus ranchos, en sus parcelas, porque “tradicionalmente” no ha pasado nada y “lo más seguro” es que ahora tampoco pase nada. Ya hubieran querido los más de 25mil habitantes de la desaparecida Armero haber contado con esta disponibilidad de recursos y de alertas y alarmas a su alcance, con los cuales habrían salvado sus vidas.

Pudimos apreciar la forma en que el Director Nacional de Socorro de la Cruz Roja Colombiana, Sr. Carlos Iván Márquez, solicitaba a las comunidades a riesgo hacer uso de los alojamientos temporales, construidos especialmente para albergarlos cuando el nivel de alerta sugiere erupción en cuestión de días o semanas. En esta oportunidad dichos albergues tuvieron un porcentaje ocupacional inferior al 10%.

¿A qué se debe este comportamiento? ¿Será que las comunidades han alcanzado ya un nivel de conciencia tal que ya son capaces de saber que nada les va a pasar? Y si no es así y les llega a pasar algo, ¿estarán (estaremos) las autoridades, el gobierno y la comunidad nacional e internacional tranquilos porque se hizo “TODO” lo que había que hacer pero la comunidad no respondió?

Hay que estudiar qué es lo que pasa. Esto hay que hacerlo de cara a la comunidad. Y hay que hacerlo cuanto antes. Hay que ver cuál es el componente de la vulnerabilidad que no se ha trabajado. ¿Será el Conocimiento? Mi experiencia me ha demostrado que quienes más saben de Tuberculosis son las personas afectadas por este mal y sus familiares. Lo mismo sucede con el VIH-SIDA, el Dengue, la Hipertensión Arterial y otras afecciones infecciosas o crónicas. Todos adquieren ese conocimiento después que padecen el mal. Sin embargo, hay muchas campañas de prevención que permiten enriquecer el conocimiento sin que necesariamente se padezca la enfermedad, y a pesar de ello, no se dan los cambios de conducta esperados. Por poner un ejemplo, el caso del embarazo en adolescentes. Ya muchas encuestas han demostrado que las niñas o los niños sabían cómo evitar el embarazo, pero no actuaron en consecuencia.

La Acción es el otro componente de la vulnerabilidad que hay que trabajar para reducirla. Es la manera como se educa el comportamiento ante el conocimiento. No basta con saber lo que hay que hacer. Hay que conectar el conocimiento con la acción hasta que se convierta en un acto reflejo. Como cuando uno ve que un objeto viene directo hacia donde uno está. De inmediato lo esquivamos sin pensarlo (hay viene algo, me tengo que mover. Es un raciocinio no se da). Este acto reflejo lo adquirimos en la infancia, cuando por primera vez nos cayó algo encima. Y quizá se requirió de más de una experiencia. Pero para el caso que nos ocupa, no necesitamos esta experiencia, pues quizá no sobrevivamos. Son las simulaciones y los simulacros los que nos van a permitir actuar en consecuencia con el conocimiento. Y esto hay que hacerlo con la regularidad necesaria, hasta que veamos que los tiempos de evacuación se reduzcan. Hasta que comprobemos que la comunidad se compromete cada vez más y los porcentajes ocupacionales de los alojamientos temporales sean cada vez más altos. Y hasta que demos el paso del simulacro avisado al simulacro no avisado y verifiquemos el mantenimiento de la casuística alcanzada.

Pero hay un tercer componente de la vulnerabilidad que requiere un esfuerzo adicional: el Afecto. Una sola persona que se deje llevar por este sentimiento de apego puede echar al traste con toda una labor ardua en la reducción de la vulnerabilidad individual y colectiva. Si esa persona sabe qué hacer porque tiene el conocimiento; si ya ha participado en ejercicios de simulación y simulacros y ha educado su accionar de acuerdo con el conocimiento adquirido; pero si sus sentimientos de apego no son trabajados de la mejor manera, es probable que esta persona finalmente desista y prefiera quedarse, por cualquier motivo o simplemente porque sí. Esta sola persona puede ser generadora de mitos y convencer fácilmente a otras personas, echando a perder todo el esfuerzo y recursos utilizados.

Mi llamado es a las autoridades competentes, a los organismos especializados, a los países donantes y a los líderes comunitarios y organizaciones de base, a que en sus procesos de preparativos y de prevención de desastres, no olviden incluir el componente del afecto/apego para reducir la vulnerabilidad de sus comunidades. Es realmente fácil trabajarlo. Lo malo es que se desconoce o se olvida incluirlo.

Lecturas Recomendadas:
  • López, Jorge I. Análisis de vulnerabilidad social e individual. Documentos para asesoría de tesis. Maestría en Problemas Sociales Contemporáneos con Enfasis en Investigación y Gestión en Desastres. Universidad de Antioquia. Medellín, 1998.
  • Moreno J., Gustavo Federico. Metodología para el Análisis de la Vulnerabilidad Sociocultural Individual. Tesis de grado para optar el título de Magister en Problemas Sociales Contemporáneos con Énfasis en Investigación y Gestión en Desastres. Universidad de Antioquia. Medellín, 1999.


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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Rodrigo

Creo que uds captaron la preocupación que tenemos frente a varios actores responsables sobre RRD frente a la amenaza

CARLOS IVAN MARQUEZ PEREZ
Director General Socorro Nacional
Cruz Roja Colombiana