(17) TEMPORADA DE HURACANES Y TORMETAS TROPICALES 2007. ¿SERA DIFERENTE? / Rodrigo Restrepo G

. 30 de mayo de 2007

La temporada de huracanes y tormentas tropicales en el Caribe, Centroamérica, el Golfo de México y la costa este de los Estados Unidos regularmente se presenta entre el 1 de junio y el 30 de noviembre de cada año. No obstante, desde la primera semana de mayo se iniciaron los preparativos, en especial con el anticipo del primer aviso de tormenta dado el 9 de mayo, cuyo nombre fue Andrea. Al finalizar este mes, los diferentes organismos de socorro ya han presentado sus preparativos y planes de contingencia a la comunidad a riesgo en los Estados Unidos. Han sido mapeados los diferentes recursos de apoyo a las eventualidades, incluyendo los sitios de refugio y los organismos que habrán de encargarse de cada uno de ellos, y se han implementado estrategias de comunicación en diferentes idiomas, en especial en español, dirigidos a la numerosa comunidad de habla hispana.

La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Seguridad de los Estados Unidos ha exhortado a la comunidad en la responsabilidad ciudadana, individual y familiar, a tener diseñados y probados sus preparativos para estos eventos, lo cual ha de complementar los preparativos institucionales y la coordinación de acciones, antes, durante y con posterioridad a la situación de emergencia o desastre.

La meteorología y sus avances han permitido el monitoreo y predicción en la conformación de estos eventos de la naturaleza, pero el curso y la magnitud de su avance solo son calculados con no más de dos o tres días de anticipación, pudiendo así preverse el tipo de daños que habrán de suceder y, con base en ello, determinar qué poblaciones se pueden encontrar a riesgo por causa de su vulnerabilidad.

Gracias a la Internet, se puede hoy en día acceder a toda una serie de recursos de información que pueden orientar no solo a la comunidad sino a los profesionales y técnicos que intervienen en preparativos, mitigación y respuesta, permitiendo así minimizar los efectos directos sobre la vulnerabilidad individual y apoyando a las autoridades regionales y locales en el fortalecimiento de su capacidad para enfrentar una tormenta devastadora o un huracán.

El sector de la salud es el que mayores obras de mitigación debe adelantar a fin de garantizar la prestación de los servicios durante y después del desastre. Quiere decir que su personal administrativo y asistencial debe actuar antes del desastre, preparándose para la respuesta oportuna y adecuada, identificando los puntos vulnerables y realizando las obras pertinentes para que el servicio no sea interrumpido.

El Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres en el nivel regional y local debe articularse con los Profesionales que en el Sector Salud tienen a su cargo el componente de Prevención y Atención de Desastres a fin de unir los esfuerzos para realizar la gestión del riesgo en las instituciones prestadoras de los servicios de salud, de tal manera que se identifiquen las vulnerabilidades estructurales y no estructurales y se actúe sobre ellas.

En Colombia hemos vivido los tradicionales “coletazos” de tormentas tropicales y huracanes en la costa caribe pero, en los tiempos actuales de cambios climáticos, no estamos exentos a ser tocados mucho más de cerca por uno o más de estos eventos. Si bien podría pensarse que la probabilidad es baja, siempre existirá el riego, desde el Cabo de la Vela hasta el Golfo de Urabá.

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Congrats Rodrigo.
Continue sus aportes. Gustaría mayor frecuencia.

Gerred, from USA