(05) MONITOREO EN DESASTRES / Rodrigo Restrepo G

. 30 de mayo de 2006

El punto de partida para reducir los riesgos de desastre y promover
una cultura de resiliencia consiste en conocer las amenazas y los factores
físicos, sociales, económicos y ambientales de vulnerabilidad a los desastres a
que se enfrentan la mayoría de las sociedades, así como la evolución de las
amenazas y los factores de vulnerabilidad a corto y largo plazo, para luego
adoptar las medidas oportunas en función de ese conocimiento.
Marco de Acción de Hyogo para 2005 – 2015 [*]

El uso de la epidemiología en los desastres ha permitido estimar, con un alto grado de precisión, el volumen probable de víctimas esperadas según el tipo y magnitud de las amenazas, hasta el punto que los procesos de preparativos institucionales y de respuesta a la atención de la emergencia pueden incluir los recursos necesarios y pertinentes para la atención del desastre según el tipo de evento.

Sin embargo, a pesar de lo anterior, el desempeño de los procesos de respuesta deben estar preferiblemente acompañados de un proceso de alerta y de alarma, para lo cual, se hace necesario aprovechar la tecnología de la predicción de los evento adversos, herramienta útil para la puesta en marcha de los planes de contingencia.

La predicción de los eventos adversos relacionados con el clima son los que mayores adelantos tuvieron desde mediados y en las postrimerías del siglo pasado. El estado del tiempo, el comportamiento de la pluviosidad, la formación y desplazamiento de tormentas tropicales, ciclones y huracanes; advertencias de tormentas y tornados, entro otros, han sido los principales eventos que hoy en día, con mayor o menor grado de anticipación, se pueden predecir y monitorear. Sin embargo, cuando muchos científicos y estudiosos del tema se expresan sobre la naturaleza, afirmando que nuestro planeta se encuentra “enfermo”, la evidencia les está dando paulatinamente la razón. Pareciera que los adelantos científicos vinieran siendo alcanzados por la naturaleza.

En la publicación número 120 de febrero de 2005 del boletín Predicción Climática y Alertas para Planear y Decidir del IDEAM[**], se planteaba una temporada invernal relativamente clásica para el país, iniciándose en marzo para la región andina y en abril para el caribe colombiano. Se preveían algunas lluvias en febrero, pero nada extraordinario; y se descartaba la presencia de un fenómeno del Niño debido a la tendencia a la normalización de los fenómenos del pacífico tropical. No obstante lo anterior, entre la segunda y la tercera semana de febrero se presentó un incremento inusual de las precipitaciones en la parte nororiental de la región andina que produjo desbordamientos e inundaciones en los Santanderes, con las consecuencias respectivas en damnificados, muertos y heridos.

Otro fenómeno natural que muestra un alto grado de precisión corresponde al monitoreo de las erupciones volcánicas. El seguimiento del comportamiento de los movimientos telúricos en la profundidad de los volcanes, así como el de las emisiones de cenizas y otros parámetros físico-químicos, le permiten a los científicos predecir con mayor precisión en futuro comportamiento de un volcán, activo o no, permitiendo a las autoridades la toma de decisiones y puesta en marcha de los preparativos y planes de contingencia.

Un fenómeno que no ha tenido el mismo grado de adelanto en la predicción y monitoreo corresponde a los movimientos sísmicos. Se conocen las diferentes capas tectónicas de la corteza terrestre y los sitios de confluencia y de mayor sismicidad; pero sólo la evidencia histórica ha permitido lanzar predicciones de frecuencia de ocurrencia, estimada en cada 70 a 100 años para aquellos lugares en los cuales ha habido antes un movimiento sísmico, tal como se hacía con los volcanes. Pero hasta el momento es difícil prever una advertencia de movimiento sísmico. Se ha podido establecer equipos que monitorean el oleaje en las zonas de altamar con alto grado de sismicidad, pudiendo lanzar advertencias de tsunamis, pero el alto costo de su implementación impide extender el monitoreo global.

Más allá del desarrollo de los procesos de monitoreo y de predicción de los fenómenos adversos y climáticos, los científicos deben explorar las causas de estos fenómenos adversos, sus consecuencias si la tendencia se mantiene o empeora, y las medidas mediante las cuales la humanidad podría disminuir o transformar esta tendencia, en procura de la conservación del planeta y de la humanidad.

Mientras tanto, el éxito de la respuesta a los procesos de monitoreo y predicción en desastres no depende exclusivamente del uso de herramientas y equipos especializados, sino en las decisiones político técnicas que vienen desde los mismos organismos de monitoreo y predicción, hasta las decisiones político operativas de las autoridades regionales y locales y del acompañamiento de los organismos de socorro.



[*] Informe de la Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres, Kobe, Hyogo, Japón, enero 18 al 22 de 2005

[**] Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Colombia, www.ideam.gov.co


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