“A Dios rogando y con el mazo dando”
Del refranero español
Del refranero español
El balance del mes de julio del 2007 en cuanto a eventos adversos y víctimas de desastres en nuestro sentido planeta es poco alentador. En los cinco continentes se presentaron embates de la naturaleza que dejaron pérdidas irrecuperables de miles de vidas, un número no menos despreciable de damnificados y daños en la economía, la agricultura y las infraestructuras residenciales, comerciales, sanitarias, de vías de comunicación y de servicios públicos, valorados en varios millones de dólares.
Una de las categorías que se evalúa luego de un desastre por parte de los equipos EDAN corresponde a las denominadas líneas vitales, que corresponde a aquellos servicios de los cuales depende el funcionamiento normal de la sociedad y que, con mayor razón, son necesarios para las operaciones de respuesta ante un desastre: agua, alcantarillado, energía eléctrica, comunicaciones, gas natural, combustibles líquidos y sistemas de transporte. Pero si hay algo que es vital en una situación de caos en los momentos durante e inmediatos a un evento adverso es la atención en salud de los heridos, la referencia de los más graves y la rehabilitación física y psicosocial de los sobrevivientes. Es tal su relevancia que corresponde a una categoría independiente y de primera observación a la hora de realizar una Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades.
La historia ha demostrado cuán vulnerables han sido los hospitales en las diferentes situaciones adversas recientes y de gran impacto. No solo las infraestructuras más antiguas, diseñadas y construidas bajo normas menos exigentes, sino que algunos de los nuevos centros hospitalarios, han colapsado luego de un evento adverso, añadiendo mayor riesgo a los damnificados y aportando un buen número de víctimas, entre trabajadores de la salud y usuarios que han muerto en su interior.
La buena noticia es que este tema también fue incluido en la reunión de la Conferencia Mundial sobre la Reducción de Desastres, cuyo documento denominado el Marco de Acción de Hyogo para 2005-20015, sentó el compromiso de los gobernantes y líderes mundiales de fomentar y fortalecer los presupuestos nacionales para garantizar que el sector salud sufra el menor daño posible por causa de los desastres. El objetivo es que los componentes estructurales, no estructurales y funcionales de los hospitales y centros de menor complejidad resistan las adversidades de la naturaleza y garanticen la continuidad del servicio. Es como elevar el tema de los preparativos y mitigación en el sector de la atención en salud ante desastres, a la categoría de uno más de los derechos humanos.
Paulatinamente, quizá no con la intensidad que desearíamos, en nuestros países de las Américas y el Caribe se han invertido recursos importantes en la reducción de la vulnerabilidad de hospitales. Se ha promovido desde el sector salud que las nuevas instalaciones no solo cumplan con normas modernas de sismo-resistencia sino que tengan un porcentaje de reforzamiento adicional. Y aunque ha sido un tema de poca visibilidad, el costo económico ha sido enorme pero no ha alcanzado para diseminarlo a todos los niveles de atención.
Compete entonces a directores y/o gerentes de hospitales y de unidades de salud de mediana y baja complejidad, incluir los preparativos de reducción de la vulnerabilidad funcional y planear o proyectar las obras de mitigación necesarias para la reducción de la vulnerabilidad estructural y no estructural de sus instituciones, en coordinación con el nivel superior, en coordinación con la red prestadora de servicios y con el concurso de las autoridades sanitarias de su localidad o región. En la medida en que la necesidad sea estructurada desde lo institucional, podrá obtenerse el apoyo gubernamental y nacional, incluso internacional, para garantizar que en zonas de amenaza y vulnerabilidad se pueda iniciar y continuar la atención en salud, contribuyendo en gran medida, luego del desastre, al retorno de la normalidad y al desarrollo que todo evento adverso debe traer consigo.
Todo está en la voluntad de querer hacer las cosas. Las herramientas para una autoevaluación de lo que hoy llamamos como el “índice de seguridad hospitalaria” están disponibles. El compromiso internacional está firmado, lo cual implica apropiación de recursos. Y el tema está en la agenda de la Cooperación Técnica Internacional.
Una de las categorías que se evalúa luego de un desastre por parte de los equipos EDAN corresponde a las denominadas líneas vitales, que corresponde a aquellos servicios de los cuales depende el funcionamiento normal de la sociedad y que, con mayor razón, son necesarios para las operaciones de respuesta ante un desastre: agua, alcantarillado, energía eléctrica, comunicaciones, gas natural, combustibles líquidos y sistemas de transporte. Pero si hay algo que es vital en una situación de caos en los momentos durante e inmediatos a un evento adverso es la atención en salud de los heridos, la referencia de los más graves y la rehabilitación física y psicosocial de los sobrevivientes. Es tal su relevancia que corresponde a una categoría independiente y de primera observación a la hora de realizar una Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades.
La historia ha demostrado cuán vulnerables han sido los hospitales en las diferentes situaciones adversas recientes y de gran impacto. No solo las infraestructuras más antiguas, diseñadas y construidas bajo normas menos exigentes, sino que algunos de los nuevos centros hospitalarios, han colapsado luego de un evento adverso, añadiendo mayor riesgo a los damnificados y aportando un buen número de víctimas, entre trabajadores de la salud y usuarios que han muerto en su interior.
La buena noticia es que este tema también fue incluido en la reunión de la Conferencia Mundial sobre la Reducción de Desastres, cuyo documento denominado el Marco de Acción de Hyogo para 2005-20015, sentó el compromiso de los gobernantes y líderes mundiales de fomentar y fortalecer los presupuestos nacionales para garantizar que el sector salud sufra el menor daño posible por causa de los desastres. El objetivo es que los componentes estructurales, no estructurales y funcionales de los hospitales y centros de menor complejidad resistan las adversidades de la naturaleza y garanticen la continuidad del servicio. Es como elevar el tema de los preparativos y mitigación en el sector de la atención en salud ante desastres, a la categoría de uno más de los derechos humanos.
Paulatinamente, quizá no con la intensidad que desearíamos, en nuestros países de las Américas y el Caribe se han invertido recursos importantes en la reducción de la vulnerabilidad de hospitales. Se ha promovido desde el sector salud que las nuevas instalaciones no solo cumplan con normas modernas de sismo-resistencia sino que tengan un porcentaje de reforzamiento adicional. Y aunque ha sido un tema de poca visibilidad, el costo económico ha sido enorme pero no ha alcanzado para diseminarlo a todos los niveles de atención.
Compete entonces a directores y/o gerentes de hospitales y de unidades de salud de mediana y baja complejidad, incluir los preparativos de reducción de la vulnerabilidad funcional y planear o proyectar las obras de mitigación necesarias para la reducción de la vulnerabilidad estructural y no estructural de sus instituciones, en coordinación con el nivel superior, en coordinación con la red prestadora de servicios y con el concurso de las autoridades sanitarias de su localidad o región. En la medida en que la necesidad sea estructurada desde lo institucional, podrá obtenerse el apoyo gubernamental y nacional, incluso internacional, para garantizar que en zonas de amenaza y vulnerabilidad se pueda iniciar y continuar la atención en salud, contribuyendo en gran medida, luego del desastre, al retorno de la normalidad y al desarrollo que todo evento adverso debe traer consigo.
Todo está en la voluntad de querer hacer las cosas. Las herramientas para una autoevaluación de lo que hoy llamamos como el “índice de seguridad hospitalaria” están disponibles. El compromiso internacional está firmado, lo cual implica apropiación de recursos. Y el tema está en la agenda de la Cooperación Técnica Internacional.
Lecturas recomendadas:
- Marco de acción de Hyogo para 2005-2015: Aumento de la resiliencia de las naciones y las comunidades ante los desastres, disponible en:
http://www.unisdr.org/eng/hfa/docs/Hyogo-framework-for-action-spanish.pdf - Hospitales Seguros: Iniciativa Regional sobre los establecimientos sanitarios capaces de resistir los efectos de los desastres: Documento borrador para la 27a Conferencia Sanitaria Panamericana, a desarrollarse del 1º al 7 de octubre del 2007 (CSP27/12 (Esp.), 23 de julio del 2007), disponible en
http://www.paho.org/spanish/gov/csp/csp27-12-s.pdf, consultado en julio 31 de 2007 - Hospitales Seguros: Una responsabilidad colectiva. Un indicador mundial de reducción de los desastres, Organización Panamericana de la Salud, 2005, disponible en
http://www.paho.org/spanish/dd/ped/SafeHospitals.htm, consultado en julio 31 de 2007 - Índice de seguridad hospitalaria, una manera práctica y rápida para evaluar establecimientos de salud: Boletín Desastres – Preparativos y Mitigación en las Américas, Nº 107, junio, 2007, disponible en
http://www.disaster-info.net/newsletter/107/esp/safetyindex.htm, consultado en julio 31 de 2007 - Formato para el Diagnóstico de Hospital Seguro, disponible en:
http://www.paho.org/spanish/dd/ped/Lista%20de%20Verificacion%20de%20Hospital%20Seguro.pdf, consultado en julio 31 de 2007 - Otros documentos útiles, disponibles en la Biblioteca Virtual de Desastres, en
http://www.helid.desastres.net/:
Fundamento para la mitigación de desastres en establecimientos de salud. OPS, Washington, D. C. 2004
Guía para la reducción de la vulnerabilidad en el diseño de nuevos Establecimientos de salud. OPS, Washington D. C. Enero 2004.
Hospitales Seguros, Una responsabilidad colectiva. Un indicador mundial de reducción de desastres. OPS, Washington D. C. 2005.
Disco Compacto (CD). Planeamiento hospitalario para casos de desastres. Curso PHD. OPS Washington, D. C. 2005
Manual de simulacros hospitalarios de emergencia OPS. Washington, D. C. 1995
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